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Es el desfile de lencería por excelencia, un espectáculo que año tras año se convierte en todo un éxito. Los ángeles de Victoria’s Secret volvieron a desplegar sus alas hace unos días en Nueva York acompañados de la música de Taylor Swift.

A lo largo de una pasarela cubierta de purpurina, el desfile estuvo dividido en 6 bloques, uno por cada una de las colecciones presentadas donde, a pesar de todo se notaba la ausencia de Miranda Kerr.

Aunque cada una de sus piezas de lencería es una obra de arte, cada temporada, la firma presenta una pieza joya. Este año, la encargada de lucirlo fue la top Candice Swanepoel, quien lució este conjunto valorado en 10 millones de dólares y considerado el sujetador más caro del mundo. El conjunto contiene más de 4.200 piedras preciosas como diamantes, rubíes o zafiros azules y amarillos.

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Pero, aunque a todas nos encanta disfrutar de este show que es mucho más que un simple desfile de lencería, vamos al tema que nos ocupa. ¿Qué es lo realmente importante a la hora de elegir un sujetador? Aquí tienes todo lo que necesitas saber pero… empecemos por el principio.

La Senología es la rama de la medicina que estudia la mama normal y patológica de una forma global y con un enfoque humanista. La mama, en los seres humanos es mucho más que una simple glándula, por eso, los médicos en este campo no solo tratan órganos enfermos, sino que deben tratar de comprender a la mujer a la que pertenecen e identifican. La mama femenina, además de enfermedades tan importantes como el cáncer, tiene muchas otras más frecuentes y unas funciones y necesidad de cuidados que requieren la existencia de un médico que conozca a fondo no solo su patología, sino también todo lo relacionado con su normalidad.

UN POCO DE HISTORIA

La ropa interior ha existido prácticamente desde el principio de los tiempos con diferentes funciones: proteger el cuerpo del frío, por higiene, para servir de soporte a la silueta de los vestidos, por razones estéticas, por significado erótico e incluso como símbolo distintivo de las diferentes clases sociales.

La primera referencia a un artilugio que sujetara el pecho se remonta a Creta, allá por el año 1700 a.C. Su finalidad consistía en que la mujer pudiera realizar diferentes trabajos o practicar deporte. Más tarde, entre las féminas romana, llevar sostén era símbolo de feminización y de pertenecer a una sociedad avanzada.

En Egipto, las esclavas (de origen árabe o nubio), iban siempre desnudas y constituían la población mayoritaria femenina. La ropa interior no existía más que como refinamiento de las grandes damas, ya que el vestido era símbolo de distinción social. Algunas de las esclavas, por su belleza y méritos, se vieron favorecidas por sus señoras quienes, para evidenciar que las consideraban algo más que un simple cuerpo, les ofrecieron sus primeras prendas de vestir: unos minúsculos slips. El Shenti, también procedente de Egipto, fue la primera prenda interior conocida, una especie de vaporosa enagua, bordada y ribeteada con hilos de oro.

Entre los años 1830 y 1914, será la Edad de Oro de la lencería íntima, la época en que fue más abundante y más oculta que nunca. Las damas, en una época en que aún no existían los tejidos elásticos, ni las fibras sintéticas, ni, por supuesto, las fábricas, hacían confeccionarse a su propia medida la ropa interior. En este momento y durante muchísimos años después, la prenda íntima por excelencia fue el corsé, introducido por Catalina de Medicis sobre el año 1550 por su gusto a las tallas ajustadas.

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El corsé tiene dos explicaciones, una de origen moral y otro estético.  El origen moral está claro, pues los primitivos corsés españoles borraban prácticamente el pecho femenino. El lado estético alude a la deseada delgadez de la época, estética igualmente impregnada de moralidad, que justifica el que se obligara incluso a los hombres a llevar corsé.

Son muchísimas las citas y alusiones al corsé en documentos de la época. He querido rescataros una de Higiène vestimentaire en la que se dice lo siguiente: “de cada 100 mujeres que llevan corsé, 25 sufren enfermedades del pecho, 15 mueren tras el primer alumbramiento, 15 se enferman tras el parto, 15 adquieren deformidades, 30 solamente resisten, aunque, antes o después se ven atacadas por males más o menos graves”.

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Después del triunfo de las democracias occidentales y gracias a algunos diseñadores avanzados de la época como Paul Poiret o Coco Chanel, todo cambiaría en lo concerniente a la ropa interior, pues haría su edulcorante aparición, en los mercados europeos, la avasalladora confección en serie americana, dejándolo todo perdido de nylon, perlon, banlon o poliamidas y acabando de una vez para siempre con el mimo de la confección de las prendas íntimas y con el tono aristocrático y elitista de que hasta entonces había gozado.

Es principalmente el periodo de posguerra el que provoca sugestivas novedades en lencería íntima porque, entre otras cosas, había que volver a poblar la tierra. Las mujeres consiguen una autonomía que empieza por la vestimenta, pues al suprimirse el corsé después de la guerra, desapareció también la hasta entonces necesidad de ser ayudada por otra persona. En el año 1912, en América, ya habían empezado a mostrarse en los escaparates de las lencerías, los primeros sujetadores de la historia, confeccionados con algodón, hilo o seda y cuyo uso vendría a acabar definitivamente con el imperio del corsé.

El siglo XX va a conocer, por primera vez en la historia de la humanidad, el desvelamiento progresivo del cuerpo femenino. Las vacaciones y los deportes influyeron considerablemente sobre la vestimenta femenina. Por ejemplo, el pantalón íntimo, sin corsé que cubrir, se adelgazó, perdió ribetes y encajes y se redujo al mínimo anunciando ya la braguita.

A partir de los años 30, va a contar mucho el simbolismo de los colores. Hasta este momento, las prendas íntimas se movían entre el blanco, el negro y muy esporádicamente el rosa. En las décadas de los cuarenta y los cincuenta, vivimos en pleno reinado del rosa en particular y de todos los colores pastel en general. Poco a poco, la ropa interior va ganando ligereza en los tejidos y en el color. En la década de los 50 nació la floreciente industria de la corsetería y aparecieron la mayoría de las marcas hoy conocidas.

El fin de la 2ª Guerra Mundial, trajo consigo nuevas formas de vida, más encaminadas al disfrute al aire libre. La incorporación de la mujer al mercado laboral de forma masiva y su progresivo interés por cuidar la figura, fueron transformando un panorama en el que la ropa interior ya respondería a las necesidades de la mujer.

Algunos expertos consideran que la popularización del sujetador como prenda de uso estético fue debida a la película El Forajido en 1943, en que la actriz Jane Russel lució un sostén diseñado por ingenieros aeronáuticos por encargo del magnate Howard Huges.

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MITOS Y LEYENDAS

  • Para conseguir un efecto reductor debe usarse una pieza más pequeña de la que se necesita. FALSO
  • Para hacer deporte, con el sujetador cómodo y más usado que guardamos es suficiente. FALSO 
  • Cada marca hace las tallas-copas como cree oportuno. FALSO
  • No pasa nada si el tirante del sujetador deja marca. FALSO
  • Es bueno no llevar sujetador. FALSO

ELIGE BIEN TU SUJETADOR

Según afirma el doctor Francesc Puertas en su libro “El Sostén, mitos y leyendas y manual de uso”, los requisitos mínimos que debe cumplir un sujetador son cuatro:

  • Un sostén bien ajustado se acopla firmemente pero de una manera confortable en el pecho.
  • Los aros tienen que reposar planos en la caja torácica y recoger todo el pecho.
  • El pecho ha de caber dentro de la copa sin que se produzcan pliegues o estiramientos del tejido.
  • Los tirantes no han de molestar y tienen que estar bien regulados.

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El pecho se sostiene por la piel, no tiene musculatura, sino que está construido sobre los músculos pectorales y únicamente sostienen su peso los ligamentos de Cooper.

Los estudios realizados indican que más de 7 de cada 10 mujeres utilizan una talla y una copa de sujetador equivocadas. La mitad de las consultas realizadas a profesionales de la salud sobre dolores mamarios achacan directamente la responsabilidad al uso inadecuado del sujetador.

Fue la estadounidense Ida Rosenthal quien categorizó a las mujeres según la medida del busco y creó una línea de sujetadores que realzaban la figura femenina desde la pubertad hasta la madurez. Introdujo distintas tallas de sujetadores y calculó la profundidad del pecho con las copas que identificaba con las letras A,B,C y D. Esta copa (hoy en día de la A a la G) debe calcularse ajustando la cinta métrica con el sujetador puesto alrededor de la parte más pronunciada y apoyando el inicio de la medida en el centro de los senos, a la altura del esternón. La talla (de 80 a 135) se determina midiendo el contorno del tórax, justo por debajo del pecho, ajustando la cinta métrica a la piel.

Aquí os dejo una tabla de equivalencias en la que podéis comprobar vuestra talla y copa, pero os aconsejo que os dejéis aconsejar por los profesionales del sector y que escuchéis a los vendedores en las tiendas. Ellos están allí para ayudarnos!!

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Las consecuencias de unos tirantes mal colocados o ajustados pueden ser dolores cervicodorsales, cefaleas, alteraciones neurológicas, hundimientos o arrugas. Por su parte,las consecuencias de los aros incorrectos y de no llevar la copa correcta pueden ser callosidades, úlceras, contusiones, pigmentaciones, disminución de la aportación linfática y formación de quistes. Cosas mucho más serias de lo que parece!!

Además, quiero recordaros que se considera que un sostén pierde sus propiedades a lo largo de un año, con lo que, pasado el mismo, debería sustituirse.

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Puedes encontrar más información acerca de este tema en la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria o en la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.

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