Cada vez se va haciendo más habitual en mi vida trasladar los viajes a los meses de frío. Primero fue un viaje familiar a Berlín donde mi familia y yo disfrutamos del frío alemán, el año pasado celebramos el cumpleaños de mi hermana en París el 21 de diciembre y este año, Andorra ha sido nuestro destino para desconectar unos días, respirar aire puro y emborracharnos de naturaleza.
Como los deportes de invierno no son lo mío y tampoco soy especialmente amiga de perderme por la montaña un día tras otro, entre las múltiples posibilidades que un país como Andorra te ofrece, decidimos pasar un día en el Museo del Perfume – Fundación Júlia Bonet. Y digo pasar el día, literalmente, porque tras un buen rato por la mañana tuvimos que volver después de comer. ¡Era imposible separarse de aquel lugar sin descubrir la historia de cada frasco!
Para los curiosos como yo, el nombre de perfume, proviene del latín ‘per’ (por) y ‘fumare’ (producir humo), haciendo referencia a la sustancia aromática que se desprendía el quemar diferentes aceites esenciales.
El interés por los aromas ha existido desde siempre, desde que en la antigüedad los utilizaban como medio de comunicación con los dioses. Estas civilizaciones antiguas (egipcios, griegos, romanos, asirios, orientales, etc) se deleitaban con los perfumes de muchas formas diferentes, utilizándolos cada cultura con fines propios.
Tiempo después, el mundo de la perfumería fue revolucionado por el descubrimiento de la destilación de alcohol gracias a alquimistas árabes.
El perfume de base alcohólica y aceites esenciales, tal y como los conocemos a día de hoy, surge a finales del siglo XVI. Tras una época oscura en la que la Iglesia prohibía su uso, en el Renacimiento, el avance de la química permitió perfeccionar las técnicas de destilación y extracción para mejorar la calidad de los aceites esenciales. Muy pronto, Italia se convirtió en la capital de la perfumería.
Sin duda el progreso más importante de la industria perfumista tuvo lugar en París a finales del siglo XIX mediante la producción de sustancias aromáticas por medio de síntesis químicas llevando al perfume al punto más álgido de la historia.
Si pasáis por Andorra, concretamente por la localidad de Escaldes-Engordany (muy cerca de Caldea), no os podéis perder este templo de la perfumería propiedad de Perfumerías Júlia donde podréis encontrar más de 1.000 referencias, a cual de ellas más interesante y bonita, que evocan sensaciones, recuerdos, sueños, personas y provoca a los cinco sentidos.
¡Aquí os dejo una cuantas!
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